«Caleidoscopio», de Carmen Quintero

Caleidoscopio no es más, ni menos, que un viaje amoroso. Un viaje lleno de sinceridad y de valentía que nos muestra las distintas fases del amor, desde una perspectiva muy personal, muy cercana, muy valiente. Y muy verdadera. Desde los primeros tanteos iniciales hasta la ruptura definitiva, pasando por la plenitud, las dudas, el engaño, la frustración y la imposibilidad. Un viaje que, pese a no tener el clásico happy end con felicidad y perdices, culmina en la reafirmación del yo, que es otra clase de final feliz.

Caleidoscopio, de Carmen Quinteiro, es un libro compuesto por microrrelatos, aforismos, hiperbreves y poemas, una mezcla de géneros, al fin y al cabo, no tan dispares entre sí. De este modo, al girar cada página del libro cambiamos de forma sin cambiar el fondo, hecho que también sucede cuando un niño voltea el caleidoscopio para que aparezcan formas nuevas, sorprendentes e hipnóticas, creadas con el mismo material de fondo, con los mismos cristales de colores.

La palabra caleidoscopio, que proviene del griego, significa algo así como “observar cosas bellas”. Cuando leemos Caleidoscopio también tenemos esa misma sensación, la de estar observando, desde fuera pero desde dentro, como haría un voyeur, cosas bellas. No importa que la historia de amor que se nos cuenta terminara mal, como ocurre la mayoría de veces, porque Beaudelaire, con su carroña, ya dejó bien claro que no es necesario partir de la belleza para obtener algo bello. Una historia de amor puede ser bella aunque termine mal. O precisamente por eso, porque termina mal. Porque termina.

Podemos afirmar, pues, que este libro es un caleidoscopio doble. O triple, si tenemos en cuenta la parte experimental y lúdica de ese juego infantil del cilindro repleto de piezas de colores y espejos. Porque no debemos olvidar que el juego no es lo opuesto de lo serio, ni de lejos, que el juego puede ser algo muy serio, y que el amor, siendo tan serio, no es más que un juego.

Los textos de Carmen Quinteiro están magistralmente acompañados de las ilustraciones de Dictinio del Castillo, llenas de fuerza, de color, de vitalidad. Unas ilustraciones que además de complementar algunos textos, nos permiten una pausa necesaria, para reflexionar, para recapacitar, en ese viaje personal que muestra Caleidoscopio.

Buscad un Caleidoscopio y jugad con él. Nunca es tarde para volver a ser niño.

Publicado 2nd September 2015 por Víctor